A veces, cuando se nace en un momento inesperado,
se lleva cierta culpa de ser una pequeña semilla que calló justamente en donde
su entorno alocado o un tanto no adecuado es directamente proporcional a la
sorpresa que se causa. Un hijo ciertamente es una bendición, pero a los 18 años
es demasiado pronto.
Por lo general, las familias, y hasta la
sociedad en sí, lleva a los padres a que se casen por obligación sin saber si
ellos están totalmente preparados para una vida de ese estilo, pero claro,
también es su culpa por no haberse cuidado ¿verdad?
Es una niña, su primera hija. La llamarán
Roxana porque estúpidamente su madre quería algo relacionado con el rosado. Se
van a vivir juntos para cuidar de ella y que no le falte nada. La madre retomó
sus estudios y comenzó a trabajar para darle lo mejor a esa bebé, mientras que
el padre logró graduarse y vender unas cosas para terminar de pagar la clínica.
Aún son jóvenes intentando sostener una vida
de casados viviendo con sus padres, aún son demasiado jóvenes como para no
discutir por cosas absurdas, aún son jóvenes como para tener tanta
responsabilidad en sus manos, y así deciden divorciarse. Las peleas constantes
por las noches cansan a uno tanto como al otro, mientras una pequeña de 8 años
lidia con esa inestabilidad y ruptura.
Todos creerían que allí termina el problema,
pero la verdad es que se pone peor porque ya no está la necesidad de aguantarse,
ya ninguno quiere saber del otro, tal vez siguen siendo jóvenes y solo les falta
que pasen unos 10 años más para que estén esperando otro niño, esta vez un
barón quizás.
Suscribe Roxana... "Es una hermosa niña, falsa alarma ja, ja, ja"
Suscribe Roxana... "Es una hermosa niña, falsa alarma ja, ja, ja"
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